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LA GEOPOLÍTICA DEL SIONISMO

Tal y como aparece regularmente en la retórica de los israelíes cada vez que se ven “obligados” a bombardear a los palestinos: “Os perdonamos vuestros crímenes, pero nunca os perdonaremos el que nos hayáis obligado a cometer actos de violencia.[1]

Slavoj Žižek

Suele pensarse que cuando hablamos de sionismo, nos referimos a una doctrina ideológica que tiene como espectro de acción al Estado de Israel y por supuesto el territorio sobre el cual (literalmente) se extiende, Palestina. No obstante, esta apreciación está alejada de la realidad, pues el sionismo se desarrolla, fomenta y practica, a nivel global, circunscrito en el contexto de la modernidad capitalista neoliberal, que es lo que pretendemos evidenciar en este artículo.

El sionismo político y su contexto histórico primigenio -finales del siglo XIX- es heredero de la tradición hegeliana del Estado ético superador de la historia y los logros de la humanidad a través de su realización. El Estado para la razón occidental moderna representa la voluntad clara, expresa y evidente de la idea ética, señalando que esa autoconciencia es siempre humana, mediada por las costumbres, pero sobre todo por los afanes humanos, que se conjugan en un ethos realizador activo que universaliza la voluntad concreta en una razón universal. Hegel señala:

En cuanto realidad de la voluntad sustancial, realidad que ésta tiene en la autoconciencia particular elevada a su universalidad, el Estado es lo racional en sí y para sí. Esta unidad sustancial es autofinalidad absoluta, inmóvil, donde la libertad llega a su derecho supremo, así como esta finalidad última tiene el derecho supremo frente a los individuos, cuyo deber supremo consiste en ser miembros del Estado (…) El Estado es la realidad de la idea ética, el espíritu ético en cuanto voluntad clara, ostensible a sí misma, sustancial, que se piensa y sabe y cumple aquello que sabe y en la medida en que lo sabe. En la costumbre tiene su existencia inmediata, y en la autoconciencia del individuo, en su saber y actividad, tiene su existencia mediada, así como esta autoconciencia, por el carácter, tiene en él cual esencia suya, finalidad y productos de su actividad, su libertad sustancial.[2]

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