Las revoluciones o rupturas históricas siempre obedecen a un proceso previo de causalidades, aunque lo cierto es que muchas veces se las presente cómo sucesos aislado y espontáneos.
En esta lógica de invisibilización de las causales, no es de extrañarse que se deje de lado su contenido histórico, así como también se olvida a quienes fueron los artífices de dichos procesos.
A la luz de estas omisiones resulta comprensible, más en ningún caso aceptable o justificable en ninguna medida, que se deje de mencionar el rol histórico que cumplieron las mujeres en los proceso de revuelta y revolución popular.
Es por esto, que en este artículo, se pretende recuperar brevemente, el papel significativo que cumplen las mujeres durante el proceso que conllevaría a la revolución soviética de 1917.
El accionar de las mujeres, que ocupaban un alto porcentaje de la clase trabajadora, (En febrero de 1917, el 47% de la clase obrera de Petrogrado eran mujeres) fue imprescindible para el triunfo de la Revolución rusa y la caída del zarismo. Los líderes bolcheviques se enorgullecían de ser pioneros en políticas de género.
Cuando el 8 de marzo de 1917 -23 de febrero, según el antiguo calendario juliano, las trabajadoras de algunas fábricas textiles decidieron declarar una huelga reclamando “Paz y Pan”, nada hacía predecir que este suceso precipitaría la caída del Zar Nicolás II.
A la exigencia de ‘Pan’ se le unen las consignas de ‘Abajo el zar’ y ‘Abajo la guerra’. El 12 de marzo, las manifestantes, habían logrado incendiar varios edificios administrativos y arrancar los símbolos del zarismo, controlar los depósitos de municiones y liberar a los prisioneros capturados.
A raíz de estos acontecimientos, las condiciones para la revolución se presentan propicias, y apenas meses más tarde cae la dinastía de los Romanov.
Los bolcheviques ya en el poder, implantaron inmediatamente leyes civiles que barrieron con siglos de leyes de propiedad y privilegios masculinos siendo ejemplo en materia de derechos e igualdad.





