Sin duda octubre del 2019 fue un estallido espontaneo que articuló a varios sectores sociales, organizados y no organizados en un solo frente y en contra de las medidas neoliberales; el liderazgo y vanguardia del movimiento indígena fue indudable, aunque no fueron ni el primero ni el único sector en movilizarse. Su liderazgo es producto de su configuración como un espacio de mayor organización.
El movimiento de reindinvicación de octubre encontró en sus líderes la vocería necesaria e inexistente hasta ese momento para trasmitir las diversas consignas que se fueron desarrollando en el calor de una lucha y resistencia férrea, pues, como era de esperarse, el gobierno actuó de forma violenta, desproporcionada y criminal. Las narrativas de octubre son diversas, la derecha y los medios de comunicación hablan de una jornada violenta y desestabilizadora, que provoco inestabilidad política y económica y, desde la izquierda –como es costumbre- los matices son diversos, pero en general se la reconoce como una jornada política y de lucha importante.
Transcurridos dos años, es nuestro deber histórico realizar un balance de las jornadas, desmitificar algunos elementos y poner de relevancia muchos otros que son fundamentales. Octubre no fue un proceso planificado, muchos menos unitario o ideológico, fue un movimiento espontaneo provocado por el descontento frente a un gobierno incapaz. Pero debemos resaltar algunos hechos que no son considerados al momento de relatar el proceso las movilizaciones, en primera instancia impulsada por estudiantes universitarios (este hecho que no se cuenta con la relevancia del caso y que sin duda es fundamental pues además demuestra la importancia del trabajo juvenil y el alto nivel de conciencia que puede adquirir este sector), posterior a esto se sumaron los transportistas que depusieron sus medidas a los pocos días, sin embargo el proceso movilizador había iniciado semanas atrás. Una vez que se sumaron y empezaron las movilizaciones indígenas en todo el país, Quito fue el eje principal de conflicto, después de varios días y de dolorosas muertes, se instaló una mesa de dialogo que depuso el decreto y la movilización. Posterior a eso el campo popular no ha logrado establecer espacios de coordinación y trabajo conjunto. Ni el dialogo fue acordado, ni sus resultados fueron los esperados, pues, aunque se ganó tiempo, la subida de los combustibles es un hecho y se incrementa cada mes.
Después de dos años, en el que parecía que el discurso de trasformación era el eje conductor de la política, el neoliberalismo recupero formal y frontalmente el poder político; los combustibles no dejan de subir, las desigualdades aumentan y el llamado a la resistencia no logra aglutinar a todos los sectores; por tanto, se debe reconsiderar lo concedido en estas jornadas y lo perdido.
No podemos negar el hecho de que muchos, como participantes de estas movilizaciones, añoramos la posibilidad de poder construir un proceso consciente y organizado. No se puede negar el hecho fundamental de que octubre vive pues las condiciones objetivas siguen latentes y agudizadas. Para el marxismo es claro que esta situación revolucionaria se puede repetir y es mucho más posible con las medidas anti-obreras y antipopulares del gobierno de Lasso lo cual puede provocar un nuevo estallido, pero la reflexión nos debe llevar a comprender que no se deben repetir las condiciones espontaneas de lucha, debemos preparar el momento, organizarnos, generar las condiciones de unidad política y para ello debemos establecer un bloque contra hegemónico. No podemos negar octubre, pero no podemos vivir de este, debemos superar los errores tácticos y estratégicos negar que hubo errores es negarnos la posibilidad de dar saltos cuantitativos y cualitativos.
Octubre vive porque vive la lucha de clases y está más vigente que nunca, porque es necesaria la revolución y porque la única alternativa es la unidad, la lucha y la construcción del socialismo.
cCB
CC PC Ecuatoriano


