Occidente ha volcado su condena al ataque ruso sobre territorio ucraniano. Resulta imposible mantenerse neutral respecto al conflicto, pero existen elementos que llaman la atención sobre la forma en la que se trata a Rusia y sobre lo que deben establecerse necesarias salvaguardas para un análisis mesurado, objetivo y por fuera del encuadre mediático de las grandes cadenas de comercio de información que utilizan la incursión rusa como herramienta para el envenenamiento ideológico.
Origen ensombrecido por los medios
Las raíces del conflicto son más viejas y profundas; complejas y de múltiples aristas, que obliga a rechazar las informaciones que ubican el inicio del conflicto en el ingreso de fuerzas militares rusas en la región de Donbas, en Ucrania, luego del reconocimiento del gobierno ruso a las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, a inicios del presente año 2022. Y es que la permanencia anacrónica y el expansionismo de la OTAN, han constituido la levadura apropiada para exacerbar la respuesta del gobierno ruso, haciendo efectivos sus tratados de amistad, cooperación y asistencia mutua con las repúblicas populares proclamadas en 2014. El historial de la OTAN no es compatible con el beneficio de la duda.
El anticomunismo recrudece y el nazifacismo se refuerza
Rusia no es la Unión Soviética, ni mucho menos socialista, ni pretende serlo, desde su gobierno, en la actualidad. Quien pretenda hablar de renacimiento de la URSS o carece de conocimiento histórico e ideológico o únicamente utiliza las “predicciones” de Los Simpsons para sus conjeturas. Aunque existen varias encuestas respecto a la voluntad de gran parte de la población de las antiguas repúblicas soviéticas de restaurar derechos sociales de los que se gozó durante la existencia de la URSS, lo cierto es que, tanto en Rusia, como en otros países, quienes se encuentran en el poder son representantes de los poderes oligárquicos, resultado del vergonzoso reparto después de la desintegración de la Unión. Es más, y como caso paradigmático, Ucrania no solamente ha tenido a oligarcas, sino que hoy tiene en su gobierno a emisarios de la OTAN, que no han dudado en valerse de fuerzas neonazis para acceder y mantenerse en el poder.
En la Rusia de hoy su base económica es capitalista y tiene claros intereses nacionales que defender en Europa. Si bien mantiene una memoria histórica que valora las hazañas político militares de la URSS y que mantiene iconografía soviética; el multipartidismo actual y las bases ideológicas de muchas de esas organizaciones (principalmente del partido de gobierno, Rusia Unida) están absolutamente distanciadas de los fundamentos marxistas leninistas que otrora constituían el núcleo de desarrollo del país de los soviets. Las sanciones impuestas contra Rusia a raíz de los ataques dan cuenta de eso, no solo por el nivel de penetración de las grandes corporaciones dentro del mercado ruso, así como por el objetivo de golpear los intereses de los grupos económicos rusos en el extranjero, fundamentalmente relacionados con los sectores de hidrocarburos y financiero.
Es necesario entonces señalar que la falsa identificación de la actual Rusia con su pasado socialista sirve de abono para reposicionar el anticomunismo en todo el mundo, útil para las potencias de occidente y justificante de la persecución, agresión y muerte de luchadores sociales y militantes de organizaciones comunistas en Ucrania, potencialmente exportable a otros países.
Decadencia de la unipolaridad
La unipolaridad impuesta en el mundo, a partir de la disolución de la Unión Soviética, lejos de significar la distensión y camino hacia la paz mundial, con el fin de la Guerra Fría, significó el fortalecimiento de los países centrales en Norteamérica y Europa occidental, que redoblaron esfuerzos para someter a los países dependientes, productores de bienes primarios; así también la asfixia de los países socialistas y aquellos con proyectos nacionales contradictores de los intereses de las potencias imperialistas. Las invasiones norteamericanas (incluso desconociendo los pronunciamientos de la ONU) y las diversas formas de intervención, la ocupación de territorios y violación de la soberanía de los países periféricos y dependientes por medio de coerción económica y política, dan cuenta de un mundo organizado en torno a los intereses imperialistas.
El posicionamiento de China como centro de acumulación capitalista, amenaza el rol hegemónico de los Estados Unidos de Norteamérica, en lo político, económico y financiero. Junto a esto, el ascenso de las economías emergentes, que abren la puerta a una todavía no definida multipolaridad, tienen en China y Rusia sus cartas de peso económico y militar, que hoy disputan dominio geopolítico y ejercen un papel contrahegemónico.
Con todo esto. Una vez iniciadas las acciones militares rusas, resulta sumamente repugnante la hipocresía con la que los gobiernos de los países de Norteamérica, Europa occidental y países periféricos que van a la cola, se presentan con sus discursos de libertad y respeto a la soberanía de los países. El historial de invasiones realizadas, promovidas, financiadas por los Estados Unidos de Norteamérica y países como Francia, España, Alemania, Gran Bretaña, demuestra la desvergüenza de sus líderes políticos. Frente a todas aquellas invasiones nadie ha impulsado sanciones y restricciones comerciales, los organismos internacionales de deportes no los han excluido de las competiciones, a nadie se la ha ocurrido desconectarlos de los sistemas internacionales de pagos.
Existen un factor común en todos los conflictos armados acontecidos desde 1991 hasta hoy: dominación imperialista. Lamentablemente muchos de ellos blanqueados bajo pretendidos nacionalismos identitarios que lo único que ha hecho es establecer falsas contradicciones entre los pueblos que son las víctimas de la guerra independientemente de la bandera.
La condena a la guerra no es discrecional, rechazamos la hipocresía y el doble estándar de quienes hoy condenan a Rusia mientras guardan silencio con lo que acontece en Palestina o Yemen; de quienes ignoran deliberadamente la aspiración de independencia y soberanía de las Repúblicas Populares, en la región de Dónbas, que ha sido sistemática y atrozmente aplastada con sangre y fuego por las fuerzas neonazis respaldadas por el gobierno ucraniano, cometiendo asesinatos de civiles en Ucrania, desde el 2014 y durante la presente guerra, que deben ser castigados de la misma forma que los cometidos crónicamente en la Franja de Gaza, o en Colombia.
No se trata de desviar la atención de un conflicto, se trata de que la lucha por la paz es, en principio y en contenido, la lucha por la justicia. Las y los comunistas trabajamos por la paz y por ello la lucha por el socialismo es el único camino.
Las consignas presentes no pueden ser otras sino el rechazo a la OTAN, el rechazo al guerrerismo del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, el rechazo al crecimiento de las organizaciones fascistas y neonazis, la condena a la masacre de los pueblos que en varios lugares del planeta luchan por una auténtica paz y libertad, el respeto a la voluntad de los pueblos de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk y del pueblo de Crimea.
Partido Comunista Ecuatoriano



