“El socialismo o es científico o no es nada”
Hugo Chávez
Una vez que se intenta volver a la “normalidad”, después del sismo del 16 de abril en Ecuador, inició varios debates económico-políticos que intentan dar propuestas de solución frente a la sensible estabilidad financiera nacional. Las propuestas emitidas desde el Ejecutivo han abierto un abanico de posibilidades que transitan desde algunas replicas neoliberales hasta posiciones que permitan la profundización de la (re)distribución de la riqueza.
Gramsci decía “el viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en este claroscuro surgen los monstruos”. La vacilación actual de encaminar al socialismo el proceso ecuatoriano ha hecho que surjan “claroscuros” ideológicos. Nos encontramos en una etapa crucial para el destino del proyecto de la Revolución Ciudadana en medio de los monstruos del capitalismo neoliberal.
La definición de leninismo como “el marxismo en tiempos del imperialismo”, encierra una profundidad inmensa que urge su comprensión y estudio para la acertada aplicación revolucionaria en medio de la transición hacia el socialismo.
Desde que el Presidente, Rafael Correa, planteó la venta de distintos activos como la Hidroeléctrica Sopladora, Banco del Pacífico, CNT, etc., se encuentra en juego, no únicamente los proyectos económicos de inversión, sino un elemento esencial en el periodo de transición: el Estado, su rol y la clase dirigente.
“Sustituir ese Estado junker y capitalista –escribía Lenin- ese Estado de terratenientes y capitalistas, por un Estado democrático-revolucionario, es decir, por un Estado que destruya revolucionariamente todos los privilegios, que no tema implantar revolucionariamente la democracia más completa, y veréis que el capitalismo monopolista de Estado, en un Estado verdaderamente democrático-revolucionario, representa inevitablemente, infaliblemente, ¡un paso, pasos hacia el socialismo!”
En la fase imperialista del capitalismo, caracterizada por la capacidad monopólica de las grandes corporaciones que invaden los países en busca de mercados y mejores utilidades, el rol del Estado es fundamental para contrarrestar la imposición económico-política de un país.
El debate actual, debe ir más allá de la venta de los activos como elementos aislados o alternativa única, sino la capacidad del Estado de mantener, garantizar y extender su influencia y presencia en los sectores productivos y estratégicos. Hay que subrayar que no está en juego únicamente la tenencia o posesión de algún activo o empresa sino la capacidad del Estado en monopolizar de a poco los sectores económicamente estratégicos y enfrentar a las corporaciones transnacionales y sus elevadas utilidades como medida anti-imperialista. Lenin consideraba que “el capitalismo monopolista de Estado es la preparación material más completa del socialismo, la antesala del socialismo, un peldaño de la escalera”.
Suponer la vía al socialismo sin tomar en cuenta las leyes objetivas y materiales, además de las etapas necesarias de la historia, es un error táctico que conduce al “aventurismo” y refleja claramente la conciencia pequeño-burguesa. Las posiciones ideológicas que se han presentado en este contexto reflejan un momento importante en la lucha de clases en el Ecuador, muchas de ellas intentan retroceder hacia “el mal conocido” neoliberalismo y no hacia “lo bueno por conocer” que permita abrir el camino al socialismo.
La lucha de clases, como ley objetiva para el análisis de la sociedad, nos presenta un panorama que dentro de un proceso de transición, la burguesía industrial nacionalista, parte integrante del proceso de la Revolución Ciudadana, ha logrado consolidar poco a poco su poder económico, sin embargo, su poder no será total sin la toma estratégica del poder político para garantizar el desenvolvimiento del poder económico a plenitud. Razón por la cual, no es coincidencia, que esta burguesía con “dosis progresistas” haya entrado en una guerra de posiciones para ocupar espacios importantes para la toma definitiva del poder. Comercio exterior, industria, sectores estratégicos, etc., son sus prioridades.
Reiteradas veces los comunistas ecuatorianos hemos considerado a la RC como un proceso en disputa por su direccionalidad. En ese sentido, hay que tomar en cuenta que el “espíritu progresista” de la burguesía nacionalista, una vez tomado el poder político y direccionalidad de su clase, se agotará; convirtiéndose en un sector contra-revolucionario al cual debemos enfrentar. De la misma manera, no será ninguna sorpresa que en medio de conflictos inter-“burgueses” (pro-imperialistas y nacionalistas) se realice una alianza necesaria, entre estos sectores, para contrarrestar e impedir que el avance de la lucha de clases desemboque en una revolución social.
Las declaraciones del Presidente, Rafael Correa, sobre la venta de distintos activos de sectores estratégicos y al mismo tiempo el fortalecimiento de la redistribución de la riqueza, es un reflejo palpable de cómo se presenta la correlación de fuerzas y la lucha de clases.
Vale reiterar con insistencia que no está en juego solo la tenencia de activos y sectores estratégicos de la economía ecuatoriana, está en juego el avance histórico para la consolidación del “Capitalismo de Estado” como paso necesario en el desarrollo histórico. Sin embargo, el problema no se presenta sobre este momento específico de la historia ya que como diría Lenin “los marxistas hemos hablado siempre de eso, y no merece la pena gastar siquiera dos segundos en conversar con gentes que no han comprendido ni siquiera eso. (Los anarquistas y una buena parte de los eseristas de izquierda)”, el problema se presenta en la toma del poder y la clase que dirige y dirigirá este momento histórico.
No solo se debe asegurar la consolidación del Estado, sino impedir que el proceso entre en una esquizofrenia donde el discurso de “socialismo sin contenido” legitime que la burguesía logre hegemonizar como clase dirigente el proceso político. Es un imperativo que las organizaciones y los sectores populares asuman su condición como clase revolucionaria para dar batalla por la toma del poder político.
c. Juan Francisco Torres
Secretario Ideológico PCE

