A propósito de la visita de Obama a Cuba.
Durante más de 50 años la Cuba ha sido gravitante en la geopolítica global, basta observar que ha sido Cuba el único país que ha recibido a los tres últimos Papas, o que fue en Cuba donde se realizó el histórico encuentro entre el Patriarca Ortodoxo Kiril y el Papa Francisco que puso fin al distanciamiento de casi mil años de ambas iglesias. O incluso ver como los conciertos de Calle 13 o The Rolling Stones en la isla se tornan en más que eventos culturales lo que da para pensar que ese pequeño territorio de 11 millones de habitantes tiene una importancia sustantiva para la política mundial, afirmación que se sustenta también en la cobertura mediática que tiene cualquier evento en Cuba, siendo unos de los pocos países que son noticia al menos una vez a la semana.
Cuba ha registrado grandes batallas por la soberanía: El exitoso retorno de Elián Gonzales de EEUU, el regreso de los 5 Héroes Cubanos; que han dejado claramente demostrado que no existe país en el mundo con la capacidad popular movilizadora para sostener campañas empapadas de dignidad y exigencia de justicia, que van más allá de los 140 caracteres que ocupan ahora el activismo político. Además Cuba, como referente de la izquierda latinoamericana ha sido fundamental y anfitrión de encuentros internacionales en contra del ALCA, de fomento a la Independencia Latinoamericana.
La legitimidad del proyecto político histórico cubano es tal que pudo proponer, junto con Venezuela, la creación del ALBA, auspiciar la CELAC, y sobre todo retornar victoriosa a la Organización de Estados Americanos. La capacidad de maniobra diplomática y legitimidad internacional de Cuba, a pesar de la campaña internacional en contra del “Castrismo” ha logrado superar desde intentos de invasión militar, campañas de complot interno y externo, llegando incluso a ser Cuba el país elegido por el Gobierno colombiano y las FARC para impulsar las negociaciones de paz.
Más allá del registro de los eventos, la diplomacia y la política exterior de Cuba ha logrado poner siempre en la agenda internacional la discusión sobre los temas que han sido de su preocupación: desde los más concretos y particulares relativos al país, así como aquellos que representan la interpelación al sistema mundo y al capitalismo como conflicto central del sistema mundo contemporáneo.
El discurso cubano no ha capitulado aún en las peores circunstancias, y su Revolución sin duda ha sido la muestra de la efectividad de la solidaridad internacionalista y de la vigencia del pensamiento socialista como única alternativa para un mundo de paz y justicia social.
Más allá de la retórica, el simbolismo y el tan mediatizado dogmatismo autoritario con el que se ha procurado deslegitimar a la Revolución Cubana, hoy somos testigos de uno de los hechos más importantes para el desarrollo de la política internacional: El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos; hecho que implica un “golpe de timón” para la diplomacia injerencista al estilo Kissinger, y marca un hito en el desarrollo de la agenda de la política internacional.
El historiador Eric Hobsbawm decía que el Siglo XX fue un siglo corto -que iniciaba en 1917 con la Revolución Rusa y que fenecía paralelamente con la desintegración del bloque soviético-; no obstante, para polemizar con dicha tesis, el Siglo XX persiste y se adentra en el XXI pues el sistema internacional de naciones arrastra como rezago de la Guerra Fría el bloqueo económico y político que EEUU mantiene sobre Cuba. Medida, también conocida como “Embargo” iniciada en 1960 y elevada a ley en 1992 con la Cuban Democracy Act y endurecida con la Helms-Burton Act en 1996 bajo la administración de Bill Clinton.
Señalar que El Bloqueo a Cuba representa la continuación de la política de la Guerra Fría se sostiene tanto por la forma como Estados Unidos orientó su diplomacia y política exterior desde terminada la II Guerra Mundial, así como por el contenido de la medida que ha procurado modificar el orden social y político cubano mediante la más cobarde extorción.
Afortunadamente, y como otro de los méritos de la política exterior cubana y como muestras también de la esquizofrenia del relato norteamericano respecto a Cuba, las Naciones Unidas han registrado un duelo entre David y Goliat, que tal como cuenta la historia dieron por vencedor al pequeño David, victoria obtenida no por la fuerza sino por la estrategia, y así se han registrado contudentes votaciones en las que el mundo se ha puesto del lado de los derechos humanos del pueblo cubano y en la otra esquina han quedado, a 2015, EEUU e Israel como solitarios defensores de una medida que además de inhumana ha quedado demostrada es inútil para derrotar a Cuba.
La decadencia del “guerrafriísmo” puede sonar un tanto desencajado a estas alturas. Sin embargo es preciso señalar los últimos acontecimientos como eso, pues es la única forma de comprender frases como esta: “El destino de Cuba no va a ser decidido ni por EE.UU. ni por otro país, el futuro de Cuba es soberano y será decidido por los cubanos y por nadie más.[1]” dicha por el Presidente Obama en su visita a la mayor de las Antillas.
Efectivamente, el día que demoró 88 años, sucedió por fin. Un presidente de Estados Unidos piso territorio cubano, dejando expreso el reconocimiento de la apertura de un nuevo ciclo político de la geopolítica norteamericana, pues solo un despistado podrá pensar que la visita está revestida de buenas intenciones. La presencia de Obama deja patente que casi 30 años después EEUU mira la realidad y abandona el “guerrafriísmo”, decisión que no implica cambiar sus objetivos, sino sus formas.
A pesar de que cierta izquierda ha pretendido decir que esto es el retroceso de la Revolución Cubana, y cierta derecha se cree esos cuentos, la expectativa de la cita entre Obama y Castro fue directamente proporcional a los mensajes que iban a emerger del encuentro, y aunque Obama ha sido contundente respecto a su propaganda a favor de la libertad de empresa, lo que quedará para la historia es la magistral defensa de la honorabilidad del proceso cubano y la audacia que solo se permite a los honestos cuando Raúl Castro fue capaz de preciarse de ser el Presidente de uno de los pocos países que respetan los Derechos Humanos, llegando incluso a poner a prueba su afirmación ante la prensa que pretendía incomodarlo con la tan trillada pregunta sobre el encarcelamiento de disidentes: “Si hay esos presos políticos antes de que llegue la noche van a estar sueltos”[2]
Efectivamente las conclusiones de la gira del Presidente Obama, aún no puede presentarse como definitivas, pues la historia no se hace de las fotos –aunque muchos podamos sentir cierto placer de ver al Che y a Camilo de la Plaza de la Revolución contemplando la visita del Presidente de la nación que esperaba llegar cuando la isla haya renunciado al socialismo- y serán las consecuencias de esta visita las que vayan dando las respuestas a tantas inquietudes. Más podemos estar seguros que esta visita cambiará la historia, que es positiva la disposición de Obama de levantar el bloqueo, que sigue firme la exigencia cubana de recuperar Guatánamo, que la Revolución Cubana deberá mostrar sus mejores capacidades para afrontar los nuevos momentos y desafíos, tal como decía el Che Guevara: “No se puede confiar en el imperialismo ni un tantito así”.
Diego Vintimilla
Secretario de Relaciones Internacionales
Partido Comunista Ecuatoriano
Bibliografía:

