AHORA, LA ALTERNATIVA ELECTORAL, ES EL PROGRESISMO.

AHORA LA ALTERNATIVA ELECTORAL ES EL PROGRESISMO.

El 7 de febrero el Ecuador iniciará un nuevo momento de su vida política republicana, no solo es el inicio del fin de un gobierno nefasto que se vendió y pactó con los intereses de la oligarquía y burguesía nacional y trasnacional, sino que además es la fecha en la cual se define la composición de una nueva Asamblea Nacional que deberá afrontar la crisis política que hereda del parlamento saliente.

Además, el 07 de febrero se define el nuevo Presidente de la República o se configura el escenario de una segunda vuelta electoral, que pondrá en vilo la estabilidad democrática y el sistema constitucional de derechos que se expresa en la Constitución de Montecristi.

Es preciso comprender que el escenario político de elección presidencial y parlamentaria enfrenta programas políticos distintos y diversos que se contraponen y que son sustancialmente distintos en cinco aspectos: La macroeconomía, los derechos sociales, las relaciones laborales y la brecha obrero-patronal; el modelo de Estado y; las relaciones internacionales.

En ese contexto, después de evidenciar la profunda ruptura de la institucionalidad del Estado y la crisis política y económica provocada por la gestión del actual gobierno, a la que se suma el mal manejo de la crisis sanitaria, queda claro que la disputa política es ante todo entre quienes están a favor y en contra de un sistema democrático con participación ciudadana y justicia social. Por ello resultar irrenunciable la responsabilidad de tomar una postura más allá de afectos o desafectos políticos personales y grupales, y observar objetivamente el momento histórico que enfrenta la nación.

La papeleta electoral presenta 14 de 16 binomios que representan, en sentido práctico, las posiciones neoliberales donde observamos, apenas, matices respecto ciertos elementos sociales.

Más, lo que queda patente es que la derecha oligárquica y sus diferentes expresiones y grupos de poder, en lo macroeconómico plantean: modelos de libre mercado sin restricción sin protección a la producción nacional, con repercusiones en el empleo nacional y el circulante, lo que puede poner en riesgo la dolarización.  Sobre los derechos sociales, con la derecha, no esperaremos ningún cambio o avance ni siquiera simbólico, menos de política pública; al contrario, la criminalización y discriminación se harán ley y se promoverán desde el Estado.  Las relaciones laborales fortalecer el beneficio patronal, se debilitará la estructura sindical todavía más y sin duda la flexibilización laboral será el sustento de las mejores y mayores utilidades empresariales.  A lo anterior se suma el debilitamiento del Estado, la reducción de la inversión en servicios públicos y las privatizaciones; todo esto será posible con el respaldo de países aliados al gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica y bajo sumisión al Fondo Monetario Internacional, dejando de lado cualquier posibilidad de integración política o económica de contrapeso regional o mundial.

Por su parte, los que auto asignan en la parte izquierda del espectro político son dos: la Alianza Pachakutik – Unidad Popular que cobijan la candidatura de Yaku Pérez y  el progresismo de Centro Democrático – Fuerza Compromiso Social, que aglutina a varios sectores sociales en UNES y que respaldan la candidatura de Andrés Arauz desde el centro hacia la izquierda.

Si analizamos la alianza PK-UP, podríamos observar el análisis maoísta, el mismo que en el 2017  consideraba que la llegada de un banquero a la Presidencia de la República, era parte de las condiciones necesarias para agudizar la condiciones objetivas y así impulsar y fortalecer el campo popular y así hacerse del poder político del Estado mediante una gran levantamiento popular. Ahora, ese análisis les permite aliarse a esos mismos grupos con quien frontalmente reniega de la izquierda marxista.

No obstante, si esa tesis la aplicamos a octubre de 2019, observamos cómo se apagó la movilización por la falta de fuerza, unidad y organización del campo popular; condiciones, a su vez, promovidas por personajes como Yaku Pérez quienes prefirieron pactar, negociar y vacilar en las reivindicaciones populares, en sintonía con sus posiciones antidemocráticas, que incluso han llegado a avalar la injerencia norteamericana en la región y a justificar golpes de Estado. A eso se suma que quien no tenga actitud de unidad en el momento de la lucha popular o de un momento revolucionario es simplemente un contrarrevolucionario.

A pesar de que el programa de PK es coherente con su posición originaria y solvente ideológicamente, llama la atención las graves contradicciones que su candidato mantiene respecto a las bases de su partido y también con otros dirigentes de su organización, pero sobretodo, además de lo señalado en el párrafo anterior respecto a la flexibilidad de Pérez para negociar la movilización social, sus posiciones sobre la economía y las relaciones internacionales denotan su afinidad con el la derecha a la cual dicen apoyarían en caso de no estar en una segunda vuelta contra el binomio de UNES.

Por lo tanto, es un asunto de programas de gobierno, pero también de las personas que lo representan, pues ya con Gutiérrez se apoyó un plan de gobierno progresista, con Correa y con Moreno lo mismo.  Gutiérrez y Moreno al poco tiempo olvidaron el programa y se afirmaron como los mejores amigos de los EEUU, mientras que con el gobierno de Rafael Correa se avanzó y se lograron muchas reformas, aunque quedaron pendientes las grandes trasformaciones políticas y económicas que habrían permitido iniciar una auténtica revolución.  Sin embargo, el progresismo de la Revolución Ciudadana generó un país más equitativo y democrático, de tal manera que, ante las alternativas electorales, lo correcto es apostar por una forma de gobierno que garantice las condiciones básicas de democracia, estabilidad, soberanía y consecución de derechos sociales y económicos a favor de las grandes mayorías.

Las barbaridades jurídicas, la persecución , la campaña mediática y la generación de una matriz ideológica en contra de la izquierda y el progresismo, son el libreto repetido por todos los candidatos como la estrategia electoral apalancada en el daño de 15 años de lucha mediática, en la cual la falta de organización, poder popular y participación real de la población en los temas de asuntos públicos, permitió que los mensajes ideológicos contrarrevolucionarios, inculcados desde los grandes medios de comunicación, se asienten y se conviertan en parte de la opinión pública y creencia de la gente.

Los revolucionarios ahora debemos optar de verdad, no solo por un candidato, sino por un modelo social y económico.

¿Tenemos la capacidad de enfrentar una oleada neoliberal con acompañamiento del concierto internacional? Pues lamentablemente no.  Por ello, en el progresismo hay la posibilidad de un gobierno democrático que frene el retroceso y que garantice recuperar lo perdido en términos económicos, políticos, sociales, de distribución y soberanía.  Es lo que se necesita para poder, paralelamente, trabajar en el fortalecimiento del tejido organizativo que sea capaz de proponer, impulsar y vencer las batallas a favor de la verdadera transformación.

No hay duda, la alternativa es el progresismo.  Partiendo de la identificación de las diferencias conceptuales, ideológicas y políticas, resulta claro también que es el progresismo, actualmente, la fuerza capaz de hacerse del poder político para impulsar un programa democrático, y en ese contexto es en el que las fuerzas revolucionarias debemos ser capaces de colocar argumentos para el debate y una agenda de avance social.

Los comunistas ecuatorianos vamos con Arauz y Rabascall, lo hacemos mediante un acuerdo programático y llamamos a todos los ciudadanos honestos y comprometido del país, a la gente de izquierda, a los revolucionarios de todas las vertientes a consolidar un triunfo democrático y fortalecer las capacidades de la unidad del campo popular para afrontar desde la propuesta, desde la calle y desde el campo, teoría y práctica revolucionaria, lo que se viene para el Ecuador.

Unidad, organización y lucha.

Comité Central

Partido Comunista Ecuatoriano

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