Unidad política de la izquierda y los movimientos sociales.

Portada unidad política de izquierda y movimientos sociales.

Nosotros somos como los granos de quinua. Si estamos solos, el viento nos lleva lejos. Pero si estamos unidos en un costal, nada hace el viento. Nos bamboleará, pero no nos hará caer. – Dolores Cacuango.

Hablar de la unidad política de la izquierda pone sobre la mesa varios interrogantes fundamentales: ¿unidad para qué? ¿con qué actores? ¿cómo forjar un proceso de unidad? Estas preguntas no deben resolverse desde un manual ni a partir de fórmulas mecánicas, sino que deben pensarse como parte de una construcción política intencionada, creativa y sistemática. Todo proceso político responde a condiciones históricas concretas, y en ese marco, más que respuestas definitivas, necesitamos establecer pautas estratégicas para la acción.

Vivimos un momento en el que el poder económico ha capturado al poder político, instrumentalizando las instituciones del Estado para sus fines. Se ha violentado la Constitución y las leyes, y se ha instalado una política securitista que militariza la vida social bajo el pretexto del combate a la delincuencia. En este contexto, la unidad se vuelve imprescindible como primer paso para resistir el avance del neoliberalismo autoritario. Esta resistencia no puede limitarse a la movilización callejera; debe proyectarse hacia la disputa del sentido común y de la institucionalidad, especialmente ante la inminente amenaza de una nueva Asamblea Constituyente promovida desde el gobierno.

Siguiendo el pensamiento de Gramsci, entendemos que la lucha por la hegemonía no se da únicamente en el plano del Estado, sino en la totalidad del campo social. Por tanto, la unidad debe fundarse no solo en lo coyuntural, sino también en la construcción de una voluntad colectiva nacional-popular capaz de articular lo disperso y resignificar lo común.

Hoy están en riesgo los derechos conquistados, la institucionalidad democrática, los bienes comunes y lo público. Por ello, urge una unidad amplia de las izquierdas en el Ecuador, que integre tanto a actores políticos como a los movimientos sociales.

La unidad con los movimientos sociales debe comprender su carácter plural. Estas expresiones organizadas surgen de identidades compartidas, articuladas desde problemáticas comunes frente a un Estado que históricamente los ha excluido o que no ha reconocido plenamente sus reivindicaciones. Por tanto, estas demandas no pueden ser tratadas únicamente como temas tácticos, sino que deben ser ejes programáticos centrales en cualquier plataforma de unidad.

La construcción de esta plataforma debe incorporar y defender conquistas históricas como: la prohibición de la tercerización laboral, la gratuidad y universalización de la educación, el reconocimiento de los derechos de la naturaleza, la protección de los bienes comunes y los derechos colectivos de los pueblos y nacionalidades indígenas —incluyendo la educación intercultural bilingüe, la salud ancestral, la consulta previa y la defensa territorial—. Todas estas fueron conquistas que se plasmaron en la Constitución de 2008 gracias a décadas de luchas sociales y a la participación activa en el proceso constituyente. Estos logros están hoy bajo seria amenaza.

En este sentido, caminar hacia la unidad no solo es necesario, sino urgente. La unidad debe construirse desde un reconocimiento mutuo como actores políticos, lo que exige no solo voluntad, sino también autocrítica, humildad y la superación de las desconfianzas históricas entre pares.

No podemos continuar atrapados en la dicotomía estéril entre correísmo y anticorreísmo, que ha sido funcional a las élites para fragmentar al campo popular. Reconocer las diferencias es necesario, pero más importante aún es articularnos en torno a principios programáticos comunes y un horizonte compartido: la defensa de los derechos, lo público y los bienes comunes.

La unidad política debe sostenerse en criterios claros: programas transparentes, mecanismos democráticos de toma de decisiones, y formas de procesar las divergencias que no nos lleven a la parálisis. La izquierda debe aprender no solo a resistir, sino a traducirse mutuamente desde sus múltiples voces y luchas. Eso requiere superar los sectarismos y reconocer la legitimidad del otro en la construcción de un proyecto emancipador común.

¡A seguir forjando colectivamente este proceso!

Instagram Facebook Twitter
Scroll to Top