CRISIS INSTITUCIONAL, VIOLENCIA, ESTATAL, REPRESIÓN Y RESPUESTA MEDIÁTICA.

Mientras el señor Lasso ha hablado recientemente de que su gobierno ha “reducido notablemente el número de muertes violentas”, las estadísticas demuestran absolutamente lo contrario (algo parecido a la mentira que dijo sobre la venta del avión presidencial a Colombia).  Lasso vive otra realidad, en alguna dimensión desconocida para la gran mayoría de quienes vivimos en Ecuador, que luego de un año de este gobierno vemos la radicalización de lo que fue el gobierno miserable de Moreno.

Lo que vemos y vivimos la gran mayoría es el temor a no gozar de un trabajo digno, a seguir en el desempleo y subempleo y, peor aún, a sentir amenazada la integridad propia o familiar frente a la violencia delictiva.  Todo esto en el más trágico marco de crisis institucional del Estado, como auténtico guano para el desarrollo del desastre actual; comenzando por el gobierno central que incrementa impuestos, recibe mayores ingresos por petróleo, pero que recorta presupuesto a la salud y a la educación, niega mejoras salariales a  docentes, quiere vender empresas públicas rentables y un largo etcétera, todo se manifiesta en instituciones deficientes para garantizar el ejercicio de derechos de la población.  El desastre en la Asamblea Nacional y en el Consejo de Participación Ciudadana, que mantienen pugnas internas que hasta generan vergüenza ajena.  Y en este mar de desinstitucionalización, la función judicial no ha escapado a la tormenta, instrumentalizando políticamente la justicia o simplemente actuando en contra del interés social.  Con todo esto, algunos acusan a la Constitución de Montecristi como la responsable de estar como estamos, pero es claro que el problema no es marco constitucional vigente sino el ejercicio político de las mafias de siempre que se han repartido el poder.

La violencia que en la actualidad gesta y alimenta el miedo, la inseguridad, la paranoia social, tiene al capitalismo como sustrato, en formas aberrantes de generación de riqueza, explotación y acumulación: en el mercado de las drogas ilegales, en el mercado de la trata de personas, en el mercado de objetos robados, en el mercado de la corrupción de lo público; además de que sus formas dominantes, legalmente aceptadas, han sido y son el coadyuvante para la degeneración social (entiéndase transnacionales y grandes empresas capitalistas nacionales que ejercen poder de mercado).

Entonces, cuando las organizaciones, los partidos o simplemente las personas rechazamos y nos manifestamos en contra de este desorden establecido y proponemos acciones y caminos alternos de desarrollo social, el gobierno neoliberal recurre a la vieja confiable: somos terroristas, somos una amenaza para la democracia y la libertad, somos extremistas y, en definitiva, los responsables de las desgracias pasadas, presentes y futuras del país; lavándose las manos y haciendo una suerte de expiación gubernamental a través de actos de persecución y represión, de creación de “villanos izquierdistas” tal como lo observado en los hechos recientes, represión a estudiantes en la universidades de Cuenca y Guayaquil y el allanamiento y privación de libertad de integrantes de la organización denominada “Movimiento Guevarista Tierra y Libertad”.  Quien quiera puede ser acusado de cualquier barbaridad, a fin de justificar la violencia y la represión del gobierno.  De paso, se generan los pretextos, las cortinas de humo, las representaciones teatrales que alejan de la mirada pública las verdaderas razones y causas de la tragedia nacional. 

No es nada nuevo este proceder de los gobiernos neoliberales que lo único que hacen es defender los intereses de los sectores económicos a los que pertenecen o favorecen.  Todo es negocio, al costo social que sea.  A eso le llaman oportunidades y cualquier cosa termina siendo “emprendimiento”.  De paso, las formas aberrantes de acumulación de capital sirven para fines políticos en la creación de motivos de acción represiva del Estado.

Particularmente importante es la actuación de los medios de comunicación que sirven al gran capital, creando el escenario para las verdades prefabricadas y útiles a los fines del gobierno neoliberal.  Al final, tales medios son una demostración más de la lucha del capitalismo por pervivir, por demostrarse como único sistema posible y deseable, ensalzando a los gobiernos neoliberales y sus patéticos figuretis.

Expresamos nuestro rechazo y repudio al gobierno neoliberal, a sus políticas y sus consecuencias, que minan la esperanza nacional. Rechazamos la represión y la persecución a quienes contradicen al neoliberalismo, contraponiendo tesis y alternativas de desarrollo y por ello nuestra exigencia de respeto al debido proceso y derechos humanos de todos y todas quienes son sujetos de represión y privación política de la libertad, por parte del gobierno neoliberal.

Nuestra reafirmación con el ideal socialista, construido con el más profundo sentido democrático y libertario, enraizado en el poder popular y obrero.

Partido Comunista Ecuatoriano

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