Cuando el 20 de diciembre del 2014, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP), mostraban al mundo el mayor gesto y compromiso humanitario por alcanzar la paz, al declarar el cese unilateral e indefinido al fuego, lo mínimo que se podía esperar era la justa reciprocidad por parte del Gobierno de Juan Manuel Santos. Contradictoriamente el Presidente Santos, dejándose llevar por las presiones uribistas, nunca lo realizó.
Han pasado cinco meses desde el cese unilateral llevado a cabo por las FARC-EP, sin embargo y paradójicamente, el cese ha sido acompañado por una ofensiva silenciosa de carácter propagandístico-militar del gobierno colombiano, mostrando su sed de guerra y sangre.
Este 21 de mayo en el Cauca, 26 guerrilleros, manteniendo hasta el final el compromiso de cese unilateral al fuego, fueron masacrados en un operativo conjunto entre ejército, fuerza aérea y la policía colombiana. Un ataque realizado a un campamento guerrillero, del que sabían no iba a responder como en tiempos de conflicto.
Este suceso, que aleja el horizonte de la paz y muestra la poca y traicionera voluntad del gobierno de Santos por encontrar una salida pacífica al conflicto colombiano, obliga a la decisión legítima de las FARC-EP de suspender el cese unilateral al fuego.
El gesto humanitario mostrado por las FARC-EP pero que ha sido correspondido con crímenes de guerra por el gobierno colombiano, conlleva ineluctablemente a perder uno de los elementos vitales de los acuerdos: la confianza. A esto se suma el retorno a la confrontación, contradictoriamente transversalizado por un proceso de paz. Dos pasos atrás que ha provocado el Gobierno de Juan Manuel Santos.
Los “Diálogos de Paz” deben ser realizados en medio del cese bilateral y no en el cementerio de las masacres.
Quito, 22 de mayo de 2015
c. Juan Francisco Torres, Secretario Ideológico PCE

